La equinácea es una hierba perenne que pertenece a la familia Asteraceae o Asteraceae. Los extractos de flores o rizomas de equinácea se han utilizado desde la antigüedad para aumentar la resistencia del cuerpo a las infecciones. La equinácea purpurea se usa con mayor frecuencia en farmacología, en la que se encuentran efectos inmunoestimulantes y antiinflamatorios.
Esto se debe a su variada composición de compuestos activos y gran cantidad de minerales con vitaminas. La planta se basa en polisacáridos (arabinoramnogalactanos, heteroxilanos), aceites esenciales, flavonoides, taninos, saponinas, fitoesteroles, resinas, inulil, glucosa, betaína y una serie de sustancias características de la equinácea (equinacina, equinacósido, equinolona). Entre los minerales se pueden encontrar potasio y calcio, así como oligoelementos: selenio, zinc, manganeso. En los Estados Unidos, debido a tal composición, por ejemplo, la planta comenzó a perder su relevancia solo después de la introducción generalizada de antibióticos en la práctica médica.
Se cree que los polisacáridos activos aumentan la actividad fagocítica de macrófagos y neutrófilos (la capacidad de absorber agentes extraños que han ingresado al cuerpo). También permiten la estimulación de la producción de la proteína interleucina-1, que funciona como mediadora de la inflamación. Incluso en la literatura se describe un aumento en la función de los T-helpers y la movilización de linfocitos B. En otras palabras, la equinácea mejora tanto la inmunidad celular (la formación de células protectoras, sin la participación de anticuerpos) como la humoral (la formación de anticuerpos contra los antígenos entrantes). Además, las preparaciones a base de equinácea pueden ser eficaces en terapias complejas, tanto en el tratamiento de patologías virales como para el tratamiento de la microflora bacteriana.
Varios autores recomiendan el uso de extracto de equinácea para estimular la inmunidad en pacientes con enfermedades no complicadas como la influenza y los virus del herpes, ARVI. Teniendo en cuenta que la composición contiene antioxidantes (vitaminas C y E), además de selenio, esto acelera el proceso de curación. En estudios controlados en pacientes de diferentes edades (de 18 a 65 años), tomar equinácea redujo la manifestación de síntomas en comparación con tomar placebo. Las personas observadas tenían menos dolor de cabeza, secreción nasal y dolor de garganta, en comparación con el grupo de control. Por lo tanto, es posible resaltar los efectos inmunoestimulantes, antivirales y antiinflamatorios en el contexto del uso auxiliar de la equinácea.
También hubo metanálisis que incluyeron un total de casi 2500 participantes que experimentaron una reducción significativa en la recaída de la enfermedad después de la recuperación. La equinácea también se usa como adaptógeno en el contexto de la terapia con antibióticos a largo plazo de enfermedades infecciosas.
Pero cualquier fármaco siempre puede tener contraindicaciones. Especialmente para sustancias que afectan al sistema inmunológico, aunque estimulan de forma natural su trabajo. Específicamente, la equinácea es inaceptable para las personas que padecen enfermedades autoinmunes. Se trata de diversas patologías en las que se deteriora el sistema de reconocimiento de la inmunidad adaptativa humoral. En pocas palabras, el cuerpo comienza a atacar sus propias células, que se reconocen como extrañas. Entre estas enfermedades se encuentran disfunción de la glándula tiroides (tiroiditis autoinmune), deficiencia absoluta de la hormona insulina (diabetes mellitus tipo 1), lupus eritematoso sistémico, esclerosis múltiple, vitiligo y otras. Además, el fármaco está contraindicado en el VIH y en personas con tendencia a las alergias (especialmente a las Asteraceae, que incluyen la equinácea).
Algunos médicos no equiparan las medicinas a base de hierbas con el uso de medicamentos, pero es necesario comprender que los medicamentos elaborados a partir de extractos de plantas pueden complementar cualitativamente la terapia del paciente e, incluso, dañarlo si se prescriben precipitadamente. Por lo tanto, antes de usar medicamentos con propiedades inmunoestimulantes, asegúrese de consultar a su médico.